¿Qué es el trauma generacional?
El trauma generacional, también conocido como trauma intergeneracional, transgeneracional o histórico, ocurre cuando una experiencia traumática se transmite de una persona a otra dentro de una misma familia, y ese trauma vivido por quienes iniciaron la “cadena” puede ser emocional o psicológico, de modo que, cuando no se trabaja, termina generando efectos perjudiciales en la salud y el bienestar.¿Cuáles son las señales del trauma generacional?
Las señales del trauma generacional pueden aparecer de muchas maneras y a veces pasan desapercibidas porque no siempre se relacionan directamente con la historia familiar, generando en algunas personas una sensación de desconexión consigo mismas como si no lograran reconocerse o sentirse realmente presentes en su entorno, algo que puede acercarse a la despersonalización, mientras que en otras surge un adormecimiento emocional que dificulta sentir con claridad, acompañado de tristeza persistente, ansiedad, baja valoración personal, dificultades para manejar la vida diaria o incluso síntomas propios del estrés postraumático.La Asociación Americana de Psicología (APA) describe que este tipo de trauma también puede expresarse como una vergüenza, una preocupación constante, culpa que no tiene un origen evidente, una sensación de vulnerabilidad o indefensión difícil de explicar, pensamientos intrusivos, hipervigilancia, impulsos agresivos complejos de regular y respuestas muy intensas frente al estrés.
Las relaciones también pueden volverse un desafío, porque confiar, acercarse a otra persona o sostener un vínculo estable se siente más complicado, reforzando la sensación de que algo interno está en tensión sin comprender del todo por qué.
Tipos de trauma generacional
Cuando se habla de trauma generacional, es evidente que no todas las experiencias dejan las mismas huellas ni se transmiten de la misma forma, ya que hay heridas que nacen de situaciones profundamente personales y otras que surgen de contextos históricos, culturales o sociales que impactan a comunidades enteras. A continuación te presento algunos de los tipos más comunes.Epigenética
La epigenética, que estudia cómo el entorno y las experiencias influyen en la forma en que se activan los genes, brinda una perspectiva importante para entender cómo el trauma puede pasar de una generación a otra, porque no se trata solo de efectos emocionales o psicológicos; ciertas experiencias traumáticas pueden producir cambios biológicos.Un estudio reveló que los hijos de sobrevivientes del Holocausto presentaban variaciones en las hormonas relacionadas con el estrés, lo que sugiere que las experiencias vividas por sus padres dejaron una marca incluso antes de su nacimiento, y aunque el peligro ya hubiese desaparecido y las familias se encontraran en lugares seguros, el cuerpo no siempre logra volver a un estado de calma total, de modo que esa activación prolongada puede influir en la salud física y emocional de las generaciones siguientes.
Experiencias Adversas en la Infancia (EAI)
Las Experiencias Adversas en la Infancia, conocidas como EAI, se refieren a situaciones que ocurren entre los 0 y los 17 años y que pueden resultar profundamente perturbadoras para un niño o adolescente, e incluyen experiencias como violencia, abuso, negligencia, exposición a conflictos intensos en el hogar o en la comunidad, intentos de suicidio o suicidio de un familiar, la separación de los padres o la presencia de figuras significativas que atraviesan situaciones como encarcelamiento, y estas vivencias no provienen únicamente de los padres, sino que también pueden originarse en modelos a seguir, figuras religiosas u otros adultos que formen parte del entorno del niño.El riesgo de que un niño experimente una EAI y su capacidad posterior para desarrollar resiliencia suelen relacionarse con la historia emocional de quienes lo crían, porque las experiencias tempranas que vivieron los padres o cuidadores influyen en la manera en que se relacionan con sus hijos y esos patrones pueden transmitirse sin plena conciencia de ello, y aunque esto no significa que un padre que vivió una infancia difícil vaya a repetir necesariamente la misma historia, sí aumenta la probabilidad de que ciertos estilos de crianza se reproduzcan cuando no han sido trabajados o comprendidos; por ejemplo, una persona que creció en un ambiente abusivo puede haber aprendido a reprimir sus emociones como mecanismo de defensa y ese distanciamiento emocional termina influyendo en cómo se vincula con sus hijos.
Cuando una persona ha vivido múltiples EAI puede desarrollar síntomas relacionados con el trastorno de estrés postraumático, algo que a menudo pasa desapercibido como factor en la transmisión intergeneracional de estas experiencias, y distintas instituciones señalan que muchos padres cuyos hijos enfrentan EAI también atravesaron situaciones similares en su propia infancia, formando un ciclo que puede mantenerse durante años; las investigaciones recalcan que las EAI son comunes y están fuertemente asociadas con problemas de salud física y mental tanto en la niñez como en la vida adulta.
Trauma personal
El trauma personal también puede convertirse en trauma generacional, vivencias como la violencia doméstica, el abuso sexual u otras experiencias dolorosas dejan marcas emocionales que, cuando no se atienden, pueden influir en la forma en que una persona se relaciona, cuida y conecta con los demás.Racismo estructural
El racismo estructural se entiende como un conjunto de desigualdades que se mantienen dentro de las instituciones y en la vida diaria de una sociedad, creando desventajas constantes para ciertos grupos a través de limitaciones en vivienda, educación, atención en salud mental y acceso a oportunidades básicas. Aunque se manifiesta de maneras distintas según el país y la cultura, el efecto emocional y social suele ser parecido: la discriminación se acumula y deja marcas que pueden pasar de una generación a otra.Estas brechas, junto con experiencias dolorosas, influyen en la transmisión intergeneracional de la depresión. En este contexto, el trauma acumulado puede incluir la exposición a crímenes de odio, la ausencia de figuras familiares por encarcelamiento y distintos tipos de adversidades en la infancia, que dejan heridas.
El racismo estructural impacta a muchas comunidades en el mundo como: pueblos indígenas, minorías étnicas, comunidades LGBTQ+, personas migrantes, mujeres y grupos con menos recursos pueden vivir efectos similares, aunque sus realidades no sean iguales.
Trauma colectivo
El trauma colectivo aparece cuando comunidades enteras atraviesan experiencias extremas como guerras, genocidios o desplazamientos forzados, y ese impacto puede mantenerse durante generaciones, influyendo incluso en quienes no vivieron los hechos directamente.
Las investigaciones muestran que los hijos de personas que estuvieron expuestas a conflictos bélicos tienden a presentar mayor sufrimiento psicológico cuando la experiencia de sus padres fue especialmente intensa, lo que evidencia cómo el trauma puede transmitirse más allá de la vivencia personal.
La APA señala que este fenómeno empezó a estudiarse formalmente en 1966, cuando el psiquiatra Vivian M. Rakoff y su equipo detectaron altos niveles de angustia en los hijos de sobrevivientes del Holocausto. Desde entonces, distintos trabajos han analizado la presencia de ansiedad, depresión y síntomas de estrés postraumático tanto en quienes vivieron la persecución como en sus descendientes, tomando el Holocausto como uno de los casos más examinados por su magnitud y duración.
Sin embargo, este tipo de trauma no se limita a un solo momento histórico, ya que las investigaciones también han explorado cómo procesos como la colonización, la esclavitud y el despojo de tierras marcaron a pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, aborígenes australianos y al pueblo maorí. Todo esto muestra que las heridas colectivas pueden seguir presentes durante generaciones y continuar influyendo en el bienestar emocional de quienes forman parte de estas comunidades hoy en día.
Las investigaciones muestran que los hijos de personas que estuvieron expuestas a conflictos bélicos tienden a presentar mayor sufrimiento psicológico cuando la experiencia de sus padres fue especialmente intensa, lo que evidencia cómo el trauma puede transmitirse más allá de la vivencia personal.
La APA señala que este fenómeno empezó a estudiarse formalmente en 1966, cuando el psiquiatra Vivian M. Rakoff y su equipo detectaron altos niveles de angustia en los hijos de sobrevivientes del Holocausto. Desde entonces, distintos trabajos han analizado la presencia de ansiedad, depresión y síntomas de estrés postraumático tanto en quienes vivieron la persecución como en sus descendientes, tomando el Holocausto como uno de los casos más examinados por su magnitud y duración.
Sin embargo, este tipo de trauma no se limita a un solo momento histórico, ya que las investigaciones también han explorado cómo procesos como la colonización, la esclavitud y el despojo de tierras marcaron a pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, aborígenes australianos y al pueblo maorí. Todo esto muestra que las heridas colectivas pueden seguir presentes durante generaciones y continuar influyendo en el bienestar emocional de quienes forman parte de estas comunidades hoy en día.
Cómo afrontar el trauma generacional
Aunque no puedes retroceder el tiempo ni borrar lo que has vivido, cuando reconoces que estás lidiando con las consecuencias de lo que atravesaron tus padres o cuidadores, también surge la posibilidad de frenar ese recorrido silencioso que suele avanzar de una generación a otra.
Rompe el ciclo
Detener la transmisión del trauma entre generaciones comienza con la prevención y con el trabajo consciente que cada adulto puede hacer sobre su propia historia. Desde esta mirada han surgido herramientas que ayudan a entender cómo se forman ciertos patrones y cómo pueden transformarse, como la Tarjeta de Trauma Generacional, creada para que las familias puedan conversar sobre lo vivido de una manera clara y accesible, reconociendo cómo una experiencia difícil puede acumularse con el tiempo e influir en los demás. En uno de los estudios realizados con este recurso, varios padres de adolescentes comentaron que les permitió comprender mejor su carga emocional y los motivó a relacionarse de forma más consciente con sus hijos, lo que muestra que la educación y la reflexión pueden convertirse en un punto de partida.
Reconoce
Reconocer lo que estás experimentando es un paso clave para afrontar el trauma generacional, puedes empezar preguntándote si has pasado por situaciones difíciles y si hoy notas señales como miedo, tristeza, ansiedad, irritabilidad, apatía, desesperanza o una sensación constante de agotamiento emocional. Observa si te cuesta concentrarte, si las tareas cotidianas se sienten pesadas o si buscas alivio inmediato a través de conductas que te desconectan temporalmente de lo que sientes. Identificar estas experiencias no es un juicio, sino una forma de escuchar lo que tu interior está intentando mostrarte.Desarrolla resiliencia
Desarrollar resiliencia es un proceso que se construye poco a poco a partir de redes de apoyo y vínculos estables que brindan seguridad emocional, y cuando ese acompañamiento está presente, las experiencias positivas, la conexión con personas que nutren, el sentido de propósito y prácticas simples como la gratitud pueden ayudar al cuerpo y a la mente a recuperar estabilidad, creando un terreno más firme desde el cual avanzar.Restaura tu bienestar
Priorizar tu salud física también es una manera de cuidar tu salud mental, y prácticas sencillas como alimentarte de forma nutritiva, hidratarte bien, dormir lo necesario y moverte con regularidad pueden ayudar a que el cuerpo y la mente recuperen equilibrio. Conectar con el entorno también aporta calma, ya sea al salir a caminar, pasar un momento en un parque, conversar con alguien de confianza o respirar con más conciencia, y aunque parezcan gestos pequeños, pueden convertirse en un apoyo real para tu bienestar.Terapia
No todas las personas que han pasado por experiencias dolorosas necesitan comenzar un proceso terapéutico, pero cuando los síntomas empiezan a afectar tu vida diaria, puede ser un buen momento para buscar apoyo profesional.La terapia brinda un espacio seguro para comprender lo vivido, mirar la historia desde otro ángulo y aprender herramientas que ayudan a manejar mejor las reacciones emocionales que quedan después de una experiencia difícil
Cada paso que das hacia tu bienestar, por pequeño que parezca, cambia la dirección de la historia que recibiste y también la que entregarás, y aunque detener un ciclo que viene de lejos no ocurre de un día para otro, empieza cuando decides mirar tu historia con transparencia, permitiéndote comprender lo que viviste y de esta manera, abrir un espacio para construir algo distinto.
Cada paso que das hacia tu bienestar, por pequeño que parezca, cambia la dirección de la historia que recibiste y también la que entregarás, y aunque detener un ciclo que viene de lejos no ocurre de un día para otro, empieza cuando decides mirar tu historia con transparencia, permitiéndote comprender lo que viviste y de esta manera, abrir un espacio para construir algo distinto.
Preg. Frecuentes
¿Cómo se transmite el trauma generacional?
El trauma generacional puede transmitirse de un miembro de la familia a otro por medios psicológicos, biológicos, ambientales o sociales.
¿Cómo afecta el trauma generacional a una persona?
Una persona con trauma generacional puede experimentar problemas de salud mental como depresión, trastornos de ansiedad o TEPT. También puede experimentar otros síntomas, como baja autoestima, disociación, hipervigilancia, pensamientos intrusivos y dificultades en las relaciones y el apego a los demás.
¿El trauma puede cambiar el ADN?
No modifica el ADN directamente, pero sí puede influir en cómo ciertos genes se activan o se silencian. Esto forma parte de la epigenética, un proceso donde experiencias muy estresantes dejan huellas biológicas que pueden reflejarse en generaciones posteriores.
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